Yo he tenido la suerte de estar envuelto en la práctica del karate-do desde 1975, año en el cual bajo los auspicios de la Federazione Sportiva Italiana de Karate Fesika dirigida por el sensei Hiroshi Shirai, me inicié en Siracusa (Sicilia) bajo la atenta enseñanza del Sensei Paolo Fugale entonces 3er Dan. En aquel tiempo yo tenía 11 años de edad y mi experiencia con otros deportes había sido limitada al fútbol, la natación y la bicicleta. Mi padre me introdujo a la natación cuando tenía 5 años enseñandome los fundamentos básicos y durante los meses de verano soliamos hacer "competencias" en mar abierto junto con mi hermana mayor. Nunca logré ganarles sin embargo desde muy temprano algo en mí me estímulaba a seguir compitiendo. Luego ya adolescente en Venezuela disfrutaba mucho competir contra mi mismo. Para entonces yo era un "buen nadador" y adquirí la loca costumbre de nadar mar abierto hasta sentir agotamiento para luego regresar sin descansar. Nunca tuve problemas porque calculaba bien el no quedar estenuado durante estas auto-competiciones, pero lo cierto es que viendolo ahora a distancia de tantos años no era muy sabio lo que hacia. La natación, el fútbol y la bicicleta fueron siempre hobbies para mi pero el Karate fué diferente desde el primer día que pisé un Tatami. Aún recuerdo mi primera lección claramente, un amigo y yo estabamos andonos una buena dosis de patadas a lo "Bruce Lee" mientras esperabamos al profesor dentro del Tatami, cuando de repente el Sensei Paolo Fugale nos sorprendió y levantandonos de peso por cuello del karate-gi nos dijo:" Aquí no se viene a jugar! Van a patear cuando yo les enseñe, claro?" Ese día, al ver la mirada de mi profesor, entendí de inmediato que el karate no era un juego y desde entonces nunca jamás entré a un Dojo a "jugar". Durante tres años estuve entrenando con el sensei Fugale obteniendo el 1er Kyu y cuando en 1978 mi familia regresó a Venezuela, la federación italiana me dió la dirección del sensei Katsuya Ishiyama quien en aquel tiempo representava la J.K.A. en Venezuela. Después de hacer los contactos necesarios viajé a Caracas, (100km), para mi primer entrenamiento con mi nuevo instructor. Recuerdo que el entrenamiento de los Sabados empezaba a las 6:00 A.M. y se prolongaba hasta las 8:30. Se realizaba en el Valle Arriba Country Club de Caracas. En aquellos tiempos una hora y media de práctica era dedicada esclusivamente a correr y a los desplazamientos básicos a través de los campos de golf el resto de la clase era dedicada al estudio de los katas básicos y al kumité. El sensei Ishiyama me pidió que le demostrara los katas que yo conocía. Para entonces yo conocía únicamente los 5 Heian, tekki shodan y Bassai dai. El sensei Ishiyama estuvo observandome con atención y al finalizar me dijo que estaría compitiendo representando su escuela en un campeonato internacional que se realizaría al mes siguiente. Recuerdo que mi papá estaba un poco escéptico al principio porque mi esperiencia como competidor había estado limitada a los campeonatos internos de mi viejo club en Italia . El sensei Ishiyama fué sin embargo categórico y recuerdo que le dijo a mi papá:" El arbitraje es muy malo, peró estoy seguro que su hijo va a obtener una medalla en ese campeonato." Efectivamente en ese mi primer verdadero campeonato obtuve un tercer lugar que fué para mi algo sorprendente considerando el hecho que había estado entrenando en Venezuela durante apenas un mes. Este hecho me dió mucho estímulo y entonces decidí seriamente continuar a viajar tres veces a la semana desde Maracay hasta Caracas, (100Km cada trayecto), para entrenar con el sensei Ishiyama. Junto con él y otros pioneros en los proximos 10 años hariamos de la JKA de Venezuela la mas grande organización del país con escuelas en cada estado y con 12 de las veintes entidades federales controladas por nuestros representados. En 1980, logré finalmente obtener de manos del maestro Hidetaka Nishiyama el primer Dan. Tenía yo 17 años y para entonces fuí el más joven cinta negra de Venezuela dentro de la JKA de Venezuela. Para ese mismo año el sensei Ishiyama me sugirió participar en el campeonato nacional en la categoría de adultos. Gané el nacional en Kata y quedé segundo en kumité. Ese mismo año abrí mi primer club de Karate-do y decidí que habría hecho del karate-do mi vida. Como consecuencia de mi empeño en los siguientes 8 años dentro de la JKA conseguiría derrotar a la mayoría de los cintas negras que desfilarian durante ese período dentro de nuestras filas. En 1981, Tuve la oportunidad de viajar a Bogotá para participar en un campeonato "amistoso" entre Colombia y Venezuela llamado Copa Confraternidad Bolivariana. En esa oportunidad obtuve un 4to lugar en kumité, sin embargo la experiencia fué traumatica porque por primera vez en mi vida un atleta había sido capaz de proyectarme por los aires con un de ashi barai impresionante. Recuerdo que pensé que nunca más permitiría que alguien me barriera y estuve por años trabajando en como neutralizar los barridos. Otra consecuencia de mi viaje a Bogotá fué el darme cuenta que fuera de Venezuela había un karate más avanzado que el que nosotros haciamos. En 1982, decidí viajar a San Diego (La Jolla) California, al campamento internacional del sensei Hidetaka Nishiyama. Esta experiencia fué la más penosa y excitante de mi vida. Debido a las largas horas de entrenamiento, (6 horas al día) y al calor tenía los pies llenos de quemaduras y llagas. Por otra parte, al entrenar con algunas de las leyendas de la JKA fué algo muy importante para mi porque me permitió percatarme que yo era un aficionado comparado con los maestros que había conocido en San Diego. De regreso a Venezuela cerré mi club de karate, metí mis kimonos en una maleta y viajé a New York para entrenar con el sensei Masataka Mori. Durante casi tres meses dormí en el piso de un pequeño cuarto en Brooklyn, (Coney Island). Para mantenerme trabajaba temporalmente como ayudante de construcción durante el día y en las noches entrenaba tres horas junto con el sensei Mori en su Dojo de Broadway. Finalmente tenía la oportunidad de entrenar Karate a los niveles que siempre había aspirado. Estaba muy excitado con la experiencia porque hacia progresado rápidamente y en la navidad de 1982 decidí regresar a Venezuela para arreglar todas las cosas y regresar a New York para entrenar un año completo. Desafortunadamente, (o afortunadamente porque tuve que regresar a los estudios), en marzo de 1983 Venezuela tuvo su primera crisis financiera y el control de cambio que el gobierno impuso no me permitió regresar a New York hasta 1984 año en el que viajé nuevamente para participar al campamento de verano de 1984 en Connecticut con el maestro Mori quien me otorgaría mi segundo dan. Para ese entonces yo habia reabierto mi dojo, estaba de nuevo en la universidad y estaba compitiendo a nivel nacional casi semanalmente. Mi idea de viajar a New York no me pareció ya tan importante como en 1982. 1985, fué un año muy importante para mi porque ese año logré ganar el título de campeón nacional y el de campeón bolivariano en kumité individual. Para ese entonces ya había dejado de competir en kata basicamente porque no tenía con los estudios tiempo suficiente para prepararme bien en ambas disciplinas. Los éxitos obtenidos en 1985 significaron para mi un justo reconocimiento a 10 años de trabajo continuo y un tributo a mi dedicación. Al año siguiente viajé de nuevo al campamento de verano organizado por el sensei Hidetaka Nishiyama en San Diego. Para esa ocasión especial, (25 aniversario), Masatoshi Nakayama fué el invitado de honor.Una vez más la experiencia sería única porque Nakayama era ciertamente "El Maestro". Para mi fué como encontrar al "Papa" y disfruto mucho todavía al mostrar una foto que logré tomarme con él. Ese año obtuve también mi 3er Dan de manos del Maestro Hidetaka Nishiyama y el certificado de instructor de la JKA of America.Desafortunadamente, en abril de 1987 Nakayama murió dejando detrás de él una organización que se dividiría en muchas fracciones contraopuestas. Algo similar pasaría en la Jka de Venezuela. En 1988, 10 años de mi vida habían sido gastado en promover y organizar la JKA en Venezuela. Sin embargo, la manera como se manejaba la organización y la anarquía internacional que siguió la muerte de Nakayama, me convencieron que el tiempo había llegado para mí para seguir por mi propio camino. Ese año fundé la Asociación Deportiva Veneziolana de Karate-do. En los siguientes 10 años trabajaría para promover el karate-do tradicional en mi región. Unos 70 cinturones negros fueron promovidos durante ese período y cuando en 1992 abrí mi segundo Dojo decidí re-establecer contactos con Italia mi segunda patria. Como consecuencia de estos contactos descubrí el Kickboxing deporte que introduciría en 1995 como disciplina asociada dentro de mi organización. En 1994 después de 6 años fuera de las competencias decidí participar al campeonato mundial de la World Karate Organization WKO celebrado en Buenos Aires Argentina. Los resultados no fueron nada alagadores y así cuando en 1995 participé en los campeonatos europeos de la WKO celebrados en Venezia Italia mi entrenamiento de preparación fué mucho mejor lo que me produjo una medalla de bronce en kumité individual. Después del Campeonato europeo el Dr. Ennio Falsoni me confirió el 4to Dan. En 1995, asistí también como coach al campeonato mundial de la World Association of Kickboxing Organizations, WAKO celebrado en Stuttgard Alemania. Esta sería la primera vez que un equipo venezolano participaría a un campeonato mundial de Kickboxing. Siempre en 1995, solicité al Dr. Ennio Falsoni Presidente de la WAKO para que viniera a Venezuela para organizar el kickboxing en Venezuela. Durante 4 dias tuvimos el honor y el "dolor" de entrenar con uno de los mejores atletas, escritor, pionero y experto de las artes marciales europeas. Yo estaré siempre agradecido por lo que el Dr. Falsoni hizo para nosotros en Venezuela. En 1998, decidí trasladarme al Canada para realizar estudios de post-grado en la Universidad de Ottawa en el área de la psicología aplicada al deporte. Desde entonces mis gimnasios en Venezuela han permanecido lamentablemente cerrados. Aquí en Canada he recientemente iniciado la enseñanza del karate-do tradicional espero pronto crear una organización dedicada a la difusión de este fascinante arte marcial. Carmelo Marchese